Un mal día lleno de imprevistos

Hoy no ha sido un buen día, me he levantado a la segunda, que para mí es casi una proeza porque normalmente me cuesta mucho más. No ha sido por casualidad, justo hoy no podía llegar tarde a la oficina, teníamos un cliente importante y mi jefe llegaría el primero.

Directo a la ducha, y cuando salgo ¡Sorpresa! El secador no funciona. Me sequé el pelo con la toalla todo lo rápido que pude, no sé cuánto tardé, pero mucho, ni siquiera me podía detener a mirar el reloj.

Salí como una loca y ya en la calle tenía la sensación de que todos me miraban. ¡Qué pelos llevaría! Pero ni caso, entré corriendo al metro y de pronto, veo que el señor de seguridad me está haciendo señas. Otro..., que no puedo pasar, dice. Vaya hombre, que ya sé que voy mal peinada, pero no será para tanto. Dios!!!! la mascarilla, ahora lo entiendo todo.

En busca de una mascarilla

Un mal día en busca de una mascarilla
Hay 2 farmacias, más o menos a la misma distancia, bastante lejos, por cierto. ¿Qué hago? Sin tomar ninguna decisión tiré en la dirección en que se encuentran ambas y ya en la esquina giré hacia la que, según mi intuición, quedaba unos metros más cerca. La verdad es que iba bloqueada, ya sólo tenía en la cabeza el careto de mi jefe cuando me viera llegar.

Entre intentar disimular que no llevaba mascarilla y llamar a mi jefe, que no contesta, no me di cuenta hasta que llegué, de que la cruz estaba apagada. Faltan 15 minutos para abrir, me dice un viejecillo que estaba esperando. Pero ¿Cómo se pueden esperar 15 minutazos en la puerta de una farmacia? Evidentemente me fui a la siguiente, ya no me podía pasar nada más. Había agotado toda la mala suerte del día entero; supuse.

En cuanto giré en la esquina, miré a lo lejos y vi la cruz verde de la otra farmacia. ¡Menos mal! ya van cambiando las cosas. Mi jefe sigue sin contestar y yo estoy a 50 metros de mi casa todavía. Compré la mascarilla sin problemas. Había cola fuera, pero una señora muy maja me dejó pasar delante, la pedí desde la puerta, la farmacéutica salió e hicimos el "win win" fuera, como debe ser.

De camino a la oficina

Un mal día de camino a la oficina
Bueno, pareciera que he librado la batalla de Waterloo, pero esto solo acaba de empezar. ¿Ahora cómo llego a la oficina? En el metro tardo demasiado, pues nada, toca pillarme un taxi aunque el día me salga a pagar. ¡La que me ha liado el p... secador!

Me aseguré de estar en la dirección correcta, que yo en eso soy bastante despistada, y con el día que llevo, no me extrañaría que lo hiciera al revés. Hago señas, el primero no, el segundo, tampoco, el tercero. ¡Voila! esto avanza.

Ya más tranquila comencé a escribirle a mi jefe, con un poco de suerte sólo me retrasaría 10 minutos, no hay mucho tráfico. Cuando quiero darme cuenta de por dónde vamos, es que no tengo ni idea. ¿Pero por dónde me ha metido este tío? Es que hay muchas calles cortadas, me dice y yo no quiero discutir, me duele la cabeza, no he desayunado, ni siquiera mi café de la mañana y ya no puedo más.

He llegado 35 minutos después de mi hora, que para la mañana que tuve, me parecen pocos. Aunque a mi jefe no tanto, yo traía informes que tenía que discutir en la reunión. Intenté hacérselos llegar, pero me dijo que no, que da igual. Tal vez no eran tan importantes, o sí..., no sé si mañana tendré trabajo.


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